2008-01-09

Oligofrenia con tirantes



Hace unos días vi “This is England” del director Shane Meadows. La película cuenta la historia de un niño de 12 años vinculado a una banda de skinheads en una pequeña ciudad inglesa. Centrada en la estética y en la música skin, la película nos dejó fríos y un tanto cabreados con el tratamiento que hace del ambiente que se vivió durante mediados de los 80 en Gran Bretaña. Aquellos años fueron los de la recesión económica, la crisis del petróleo, la guerra de las Malvinas, el movimiento punk y el resurgimiento skinhead. Todos esos acontecimientos se tocan de pasada, intentando crear una atmosfera que no llega a consolidarse; salvo, tal vez, en el personaje más complejo de la historia, Combo.



Combo es un skinhead auténtico, de los primeros que se raparon y calzaron Martins allá por el 69. Tras una estancia en la cárcel sale reconvertido en skin nacionalista trufado de racismo. Es ésta la principal contradicción a la que Combo se enfrenta, pues el movimiento skinhead original no fue ni político ni racista y, más aún, la música de la que se apropiaron era la de los negros jamaicanos inmigrantes que llegaron a Gran Bretaña con su reege-ska y su marihuana. Este personaje debe enfrentarse a una situación de crisis económica nacional, una inmigración, principalmente paquistaní creciente y un estilo de vida skinhead que en sus orígenes, como digo, no es racista, y que se plantea como una contradicción a las soluciones que propone el Frente Nacional.



La película intenta inducirnos a pensar que Shaun (Thomas Turgoose), el pequeño de 12 años, es manipulado por la mente racista y filonazi de Combo, pervirtiendo un modo de ser y de actuar que excluye, por principio, el racismo, la violencia y, en general, todo componente maligno, en línea con otras películas de temática parecida. Los skinheads que no se alinean con Combo en su toma de partido por el frente nacional, resultan ser jovencitos que se dedican a realizar amenas y pacíficas reuniones o divertidas e inocentes gamberradas adolescentes, que se fuman un petardo de vez en cuando y que liberan su agresividad rapándose la cabeza y luciendo al modo skinhead. Incluso la madre del encantador niño está entusiasmada con que su hijo vaya con los skinhead. No parece ser consciente de que en aquellos años La Thatcher dijo que “iba a crucificar a todos los skins”, o que Kubrick prohibió “La naranja mecánica” por los desordenes, asesinatos y violaciones que protagonizaban los rapados vestidos de drugos.



Pero la película es tramposa. La música que acompaña a las imágenes es ska y no oi!, salvo un tema que aparece tras una reunión de Combo y los suyos con los del Frente Nacional. En aquellos tiempos del resurgimiento skinhead lo que pegaba era esa especie de música punk propia y exclusiva de skins que es el oi!. No muestra la afición radical y salvaje al futbol de los skins, que en aquellos años causó estragos en Gran Bretaña, de donde surgen los hooligans actuales. Ni muestra la afición por la violencia, verdadera marca identitaria del movimiento contracultural skinhead.



Por otra parte, la película puede verse como una crítica a la estupidez de una juventud manipulable, inculta, casi oligofrénica, impresionantemente preocupada por su apariencia estética y por su autenticidad y fidelidad a la moda; carente absolutamente de valores trascendentes… o de cualquier tipo.



Le damos un generoso 4,5 .

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mi me entusiasmo por que refleja la verdadera esencia de la cultura skin. Los nazis son todos unos hijos de puta. Y si no os gusta es porque sois unos nazis.

SHARP

Anónimo dijo...

- ¿Nazis?, ¿Nazis?, ¿has oído lo que nos están llamando, Adolfo?
- Deja, deja, que estoy tiñendo de rubio a los niños.
- Pero deja a los críos en paz! Que sale en el ordenador "Todosconalas"!
- ¿"Todosconalas"? ¿El famoso blog cuyo productor es conocido por llevar camisetas blancas de Astérix en la institución manicomial? Voy corriendo Gerda.

Anónimo dijo...

Yo no soy nazi y no me gusta.

Anónimo dijo...

Yo soy nazi y me gusta.

Anónimo dijo...

Yo os agradecería que dejáseis en paz la combinatoria.