2007-08-30

Los super-ratones


Leemos en las páginas de “ciencia” del periódico del PedroJ”Calvorota” que un grupo de biólogos de una universidad useña han manipulado genéticamente unos ratones y que han conseguido que estos sean “cuatro veces más musculosos que los normales”. Algo así como si les hubieran inflado a hormonas y anabolizantes, sometiéndolos a una severísima dieta y a un tratamiento intensivo de pesas y pilates. Sin embargo, lo han conseguido sin gastar un dollar en gimnasios y sin perder tiempo aguantando hipermusculadas locas alborozando sus depilados torsos por cualquier rincón.

La verdad es que hay que ver las fotos que publican de los ratones despellejados y no. Los ratones son un 73% más corpulentos que sus primillos, que ahora no dudaran en llamar a estos familiares para invadir los campos de Castilla, expandirse por el norte de Europa o someter el Magreb. Por las fotos, yo diría que a uno de estos ratones lo sueltas en medio de una jauría de perros y con sus dientes se acabaría haciendo un collar.

Las posibilidades, obviamente, son proporcionales a la imaginación ciencia-ficcionera que uno tenga: super-hombres (no necesariamente nacis) de dos metros y medio ayudados de exoesqueletos y armados hasta los dientes como fuerzas de paz de la ONU; solomillo de buey de 4 kilos a la brasa y al punto, para dos, por favor; ardilla mutante asesina escapada de laboratorio, con el tamaño de un pitbull y suelta por El Reti. Bueno, también se habla de beneficios más aburridos y prosaicos como la regeneración muscular o incluso la lucha contra los efectos del SIDA. (¡Lo que nos faltaba! Yonkis sidosos de dos metros y 180 kilos de peso pidiendo dinero en el metro.)
En fin, otro hallazgo que en los años venideros explotarán las diferentes empresas y los gobiernos avispados. Desde todosconalas y en beneficio de la Humanidad y la Paz no queremos dejar de ser los primeros en revindicar lo que nos pertenece: ¡¡¡Eugenesia para todos, ya!!! Esta vez los artistas no se nos adelantarán, no te digo.
Recomendamos como complemento a esta estúpida entrada la no menos estúpida, pero de gran éxito en su día, película de serie B "El alimento de los dioses", donde se narran cosas de mucha relación con las cuestiones que aquí se tratan.

2007-08-29

La escalada


Es un lugar común que la guerra es la continuación de la política por otros medios. De este modo se entiende, o se debería entender, que la guerra es algo que tiene que ver con los estados y con la política que desarrollan a fin de mantener su eutaxia. De otro modo diremos que la guerra no es necesaria toda vez que los estados que pudieran llegar a ser enemigos se plegasen a nuestra política, a las voluntades que estén en función de nuestra eutaxia. Así, por ejemplo, no hubiera sido necesaria la 2ª guerra de Irak si Sadam se hubiera plegado a todas las exigencias de los EE.UU, incluso facilitando su entrega para su posterior juicio, etc. No hubiera habido guerra de Corea si los useños hubiesen entendido comprensibles las reivindicaciones y la invasión del Sur por parte de los coreanos del Norte. De una manera más sencilla: “dos no discuten si uno no quiere”. A lo que podríamos añadir que “quien calla (o no actua) otorga”.

En los últimas días hemos conocido que zapatero reconoció al primer ministro francés que se equivocó en la regularización masiva de inmigrantes que impulsó recién llegado al poder. Aquella que provocó el efecto llamada, el asalto a nuestra frontera sur, la muerte de unos cuantos miles de personas en el estrecho y en aguas del Atlántico, el desbordamiento de los servicios de atención a los inmigrantes, nuestras ciudades repletas de inmigrantes que vagan como si fuesen zombis o que acaban en la marginación, en muchos casos en la delincuencia o, en el mejor de ellos, trabajando sin contrato, etcétera.

Bueno, pues resulta que, como incluso se entendería natural en estos casos, Zapatero ha negado ante los españoles haber dicho tales cosas. “No, no. La regularización estuvo pero que muy bien. Son los franceses los que se han equivocado, probablemente con la traducción o la interpretación, de las palabras de nuestro presidente.” Así que, negadas las declaraciones del primer ministro de Francia, o sea ¡del Primer Ministro de Francia!, sólo nos queda esperar a la rectificación de estos mesies. Esperar significa aquí presionar con los medios políticos pertinentes para lograr los objetivos que nuestro gobierno se propone a fin de mantener la eu... bueno, a fin de lo que sea. El caso es que los galos deben rectificar. Pero, debido a que ya no pintamos nada y las presiones políticas, que tienen que ver con la economía, con los acuerdos comerciales, con los proyectos en los que nuestros vecinos nos necesiten & Cia, no surten efecto alguno sólo nos queda como salida la guerra con Francia.

El órdago que nuestro presidente ha echado a los gabachos debe convertirse ya en ultimátum formal, retirada del embajador español en Francia y en el movimiento pronto y eficaz de algunas divisiones hacia la frontera francesa. Así, seguro que se pliegan a la voluntad de nuestro presidente y rectifican ya, de una santa vez, las calumniosas, insidiosas y mentirosas declaraciones del mardito Fillon. ¡Se van a enterar estos de quien es ZP!

2007-08-22

En unos meses lo tendremos aquí.


Pacifistas violentos e inmigrantes pro-derechos humanos se manifiestan en Grecia.


En Salónica llevan ya cuatro noches de disturbios a causa, al parecer, de la muerte de un joven inmigrante nigeriano que falleció al caer desde una terraza cuando era detenido, perseguido o amenazado por la policía del lugar. Durante estas cuatro noches en que los alborotadores se han lanzado a la calle se han quemado coches, cruzado barricadas y producido numerosos incendios en comercios y enfrentamientos varios con la policía con el objeto de protestar por la muerte (asesinato, dicen los protestones) del joven. Los implicados en las espontáneas manifestaciones de violencia antigubernamental y pro-inmigración son no sólo los propios inmigrantes nigerianos sino también otros que se les han unido y, sobre todo, grupos de “activistas”, según los denomina el periódico digital ElMundo.es. Estos activistas, suponemos, los son de movimientos “antiglobalización” y “antisistema”, así como de asociaciones antirracistas, anarco-comunistas y progresistas varias que alientan con sus protestas la “acción directa y violenta contra el sistema”, la “policía asesina” y el “estado fascista” griego.

No es difícil imaginar que en poco tiempo pueda suceder algo parecido en España. Las asociaciones pro-inmigrantes (a favor de sus derechos, contra el racismo, la intolerancia, la xenofobia, etcétera) son muy numerosas aquí, así como las asociaciones y grupos bien organizados y nutridos de activistas antiglobalización. Pronto veremos algaradas de inmigrantes apoyados por activistas de izquierda, y viceversa, en Malasaña, en el barrio de Gracia y otros muchos lugares.

Es curioso que los incidentes de Alcorcón, en contra de los inmigrantes sudamericanos, de hace unos meses fueran protagonizados en una buena proporción por jóvenes autodenominados sharp (skinheads antirracistas y antifascistas), como se podía ver en las fotografías que se tomaron de los incidentes, donde sus características insignias y parches lucieron estupendamente. Al igual que lucían de bien los días siguientes, mientras protagonizaban concentraciones contra la violencia fascista y racista. En esos días no se tardó ni unas horas en señalar el hecho de que grupos de nacis (así, tal cual) pudieran haberse infiltrado en las peleas callejeras, alimentando con ello el fantasma de la perpetua amenaza del fascismo. Sin embargo, la realidad siempre supera a la ficción y en Grecia tenemos un bonito ejemplo de lo que realmente tenemos aquí y ahora en las ciudades españolas.

2007-08-20

Un monte muy lejano.


Donde se narra la excursión a La Maliciosa con todo lujo de detalles y cosas de mucho interés.

Aquella mañana de sábado prometía una temperatura ideal para lidiar con el reto que Jaime nos había propuesto, y eso a pesar de ser agosto. Subiríamos La Maliciosa con equipo mínimo y con un tiempo limitado. Al regreso, a eso de las tres, nos esperaba una mesa en una terraza-restaurante a los pies del pedregoso monte, en Mataelpino, pequeño pueblecito perpetuamente amenazado por el desprendimiento de toda la montaña a cuyo falda se levantan sus casas y urbanizaciones.

Comenzamos a andar a las 9, un poco tarde según el organizador y guía de tan animosa expedición, formada por David, cuñado de nuestro guía, y su amigo Alex, así como Rocío y yo mismo, aparte, claro, del propio Jaime, alma y ritmo del paso que nos llevaría a la cima del aquel tremendo bloque de granito.

La Maliciosa se levanta 2227 metros sobre el nivel del mar. Accederíamos al pico granítico, en primer lugar, subiendo paralelos al arroyo de la gargantilla, por el Collado del Fraile y, una vez llegados a la base del monte, en segundo lugar, por entre las torrenteras y los bloques de piedra desprendidos con el paso de los siglos de la ladera sur, conocida también como Ladera de Matas. Una vez arriba, nos quedaría un último repecho antes de hacer cumbre. Bordearíamos el pico para tener un paso más cómodo por la cara norte, por donde acceden los mariquitas que vienen de La Bola del Mundo, atravesando el llamado Collado del Piornal, por la cuerdecilla que abre camino entre los picos de la Sierra de la Maliciosa, la de Las Buitreras. Pero de todo ello nada nos dijo el guía, contento como iba con imponer un ritmo alegre al principio, duro un poco más tarde y que se tornó en marcha forzada a la mitad de la primera etapa. Así, ¡con dos cojones!

En la primera parada, que hicimos a una media hora o cuarenta y cinco minutos de la salida, ya bien metidos en faena, y a la sombra de la cota llamada Majaca de los Palanes (1396 metros sobre el nivel del mar), dimos cuenta de la mitad del agua que llevábamos. Nos pesaría mucho al regreso no haber medido nuestras raciones y fuerzas, pero íbamos tan sofocados que no pudimos racionalizar los sorbos. Esa primera etapa, fue para mí la más dura, pues me pilló de improviso el ritmo militar que se nos impuso mientras subíamos aquel pequeño valle, por el senderillo entre jaras y monte bajo, amenazado por la mole sublime del aquel pico que se me hacía tan lejano. El resto superó como pudo la prueba, con la lengua fuera pero con fuerzas como para continuar las bromas. Incluso yo me animé a entonar algo en alguna ocasión, pero se me iban las fuerzas al poco y tras el segundo descanso antes de entrar en las torrenteras y los inmensos bloques de piedra que amurallaban la base del monte, se me quitaron las ganas de cantar, conformándome con animar la subida con palabras entrecortadas de aliento.

Aquella segunda etapa me resultó mucho más cómoda. Rocío y yo subimos sin especial dificultad, tirando duro, duro de gemelos y cuádriceps. A veces ayudándonos de las manos, escalando por entre los bloques de granito cubiertos de líquenes verde brillante. Más flojo iba Alex, que a pesar de todo permaneció en cabeza de nuestro grupo. Yo cerraba la marcha, recogiendo y animando a Rocío, que aguantaba más que bien el duro ascenso. Jaime y David marchaban delante, a cierta distancia, abriendo paso y descansado en puntos donde nos esperaban espectaculares vistas de los pueblos de la sierra y sus embalses: Navacerrada, Becerril, Collado Mediano, Manzanares, y más allá, Moralzarzal y Villaba entre la bruma, muy a lo lejos Valmayor... y más allá.

En la última parada antes de acometer el pico, bordeando hacia el norte de la peña y enlazando con el sendero que cogen los que vienen de la Barranca, me di cuenta de lo fuerte que habíamos subido. Jaime tuvo que recuperar fuerzas comiéndose un bocata que llevaba y el resto acabamos prácticamente con el agua que nos quedaba. Parecía, sin embargo, que la cosa ya estaba hecha y sólo David comenzaba a quejarse, aunque con cierta sorna de la tontería de subir a aquella montaña, de que menuda paliza y, en definitiva, de lo vano de los retos humanos. Tras el descanso, vigilados por los buitres que nos sobrevolaban, continuamos camino, ya sin agua y con las fuerzas bastante mermadas. Justo antes de alcanzar la meta me detuve a contemplar el paso que viene desde La Barranca, que nace a los pies del hotel homónimo, y en los montañeros que de allí venían. Sin duda, pensé, nuestra vía era más divertida y aventurera, trepando como las cabras montesas que nos habíamos cruzado un poco más atrás y que nos miraban como sorprendidas mientras ponían prudente distancia con nosotros.

Hicimos cumbre a la una de la tarde más o menos. Teníamos unas dos horas aún para bajar. Parecía resultar fácil llegar a la hora en punto al restaurante y sólo David ponía pegas, molido como estaba, roto por el terrible esfuerzo que habíamos hecho. Rocío, cansada, afrontaba con ánimo la bajada, aunque luego me confesara que creyó entonces que no llegaríamos a la hora, pues sabía que en subir se tardaría al menos lo mismo que en bajar. Alex, entero, hacía fotos y se solazaba alegre por la cumbre. Ya Jaime nos apremiaba a la bajada, avisándonos de que ésta sería bastante dura, algo que venía comentando desde que saliéramos del pueblo. Quien avisa no es traidor. Pero entonces no podíamos pensar en pinchazos, coronado como lo habíamos hecho uno de los techos de la Sierra de Guadarrama. Desde allí se divisaba, al norte, La Bola del Mundo, La Cuerda Larga, con el paso hacia Cabezas, y, más allá, un poco al sureste, La Pedriza.

La idea era bajar por el lado este de la cima hacia el Cerro de La Maliciosa, junto al Collado de las Vacas, y coger la Cuerda del Hilo que nos llevaría directamente al pueblo. Y eso es lo que hicimos, cada uno como pudo, en el tiempo que pudo y con las fuerzas y el ánimo que tuvo. Unos más, otros menos. Por mi parte puedo decir que pocas jornadas se me hicieron tan duras y que si cuando Jaime nos propuso la salida, amenazándonos con fundirnos, no le di importancia, ahora, molido como aún sigo, espero poder devolverle la experiencia, de algún modo... ¡¡Venganza!!

El primer tramo del descenso era una inclinadísima pendiente con un senderillo que zigzagueaba entre rocas muy sueltas que dificultaban mucho el paso, amenazando con la caída por resbalón o tropiezo. Había que ir fuerte de piernas, alargando el paso y muy atento y en tensión aun con ritmo lento. Pero Jaime, Rocío y yo, comenzamos rápido. Bajábamos a la carrera, sorteando las piedras peligrosamente, saltando por el senderillo serpenteante como si el miedo no fuese con nosotros y nos sobrasen arrestos y ánimo después de la dura subida. En diez minutos habíamos completado lo más inclinado y el paso siguiente se abría para nosotros con aparente comodidad a la derecha de la cuerda que iba en dirección a La Pedriza, muchos kilómetros más allá, hacia el este. Arriba estaban Alex y David, que parecían bajar con dificultad, tal vez debido al calzado inadecuado que llevaban. Cuando nos dieron alcance nos enteramos de que David se había caído. Estaba de mal humor y maldecía las piedras que le habían hecho caer y la montaña que había subido sin ningún motivo especial. Por su puesto maldecía a Jaime que le había metido en aquel embolao y a él mismo por haber caído en aquel absurdo proyecto. Alex, al poco comenzó a tomar distancia y debo decir que ya no le vi más, salvo en una ocasión que logré alcanzarle, ya encarando la primera parte de la Cuerda del Hilo, mientras Jaime se ocupaba un rato de Rocío y David, como ahora contaré.

Al poco de terminar aquella peligrosa bajada que salía del peñón mismo de La Maliciosa, Rocío pinchó. Las piernas comenzaron a flaquearle y sus pasos se tornaron inseguros, vacilantes y cortos. Mis ánimos parecían no hacerle efecto y avanzaba con mucha dificultad por aquel terreno pedregoso. Cada pequeña bajada era un tremendo suplicio para ella. Comenzó a sollozar a cada paso y cuando parábamos le temblaban las piernas. Estaba agotada. Yo le ofrecía en cuanto podía mi hombro, del que ella se colgaba sin apenas fuerzas. David no tenía mejor aspecto y avanzaba con paso débil. Jaime y yo nos colocamos tras ellos. Yo guiaba y animaba a Rocío y él hacía lo propio con David. En un momento en que nos juntamos los cuatro decidí separarme un poco y alcanzar a Alex, al que veía un kilómetro más abajo esperando nuestra llegada. Esa pequeña bajada en solitario por aquel caminillo infernal la hice también a la carrera. El suelo temblaba bajo las pesadísimas botas de montaña que llevaba, demasiado duras y pesadas para ese terreno y para esa travesía. Oía las piedras rodar tras de mí mientras los dedos sufrían el terreno. Me dolían los pies horrores y aún me dolerían más al cabo del día, sin embargo continué estúpidamente con aquel loco descenso hasta que alcancé a Alex, forzando los músculo de las piernas, inconsciente de lo que nos esperaba aún.

Cuando me alcanzaron Jaime, David y Rocío me di cuenta de que ella no andaba nada bien, estaba a punto del llanto y de abandonarlo todo. Jaime y David continuaron bajando y nosotros nos fuimos quedando más y más retrasados hasta quedarnos solos. Serían las dos y media o tres menos cuarto. Veía el camino serpentear entre las jaras, atravesar alguna zona llana pintada de amarillo trigal mientras continuaba animando a Rocío que aunque molida por dentro y por fuera y entre lágrimas y sollozos parecía sin embargo determinada a salir de aquel monte. A lo lejos, ya, quedaba la piedra mala. Y poco a poco veíamos como íbamos saliendo de aquellas estribaciones y alejándonos de sus terribles zarpas. Anduvimos y anduvimos, el dolor era horrible, la sed espantosa y el camino inacabable. A cada loma que bajábamos se abría delante un pequeño llano y otra loma que anunciaba una nueva bajada por otro estrecho y pedregoso sendero entre jaras pringosas. Rocío estaba a punto de desfallecer y aún no se vislumbraba el pueblo. Sin embargo, no estábamos a más de una hora de marcha o eso pensaba yo. Por fin, llegamos a la última loma. Desde ella podíamos ver un prado de suave pendiente que encharcaba en algunas partes un riachuelo infecto. El olor a heno y a mierda de vaca era refrescante y Rocío cobró nuevos ánimos, aunque su paso seguía siendo lento y muy débil.

Ya algunas casas anunciaban el final de la espantosa jornada, la salida de la montaña y la llegada a nuestro destino en el restaurante. ¡Comida y cerveza! Un arroyuelo nos refrescó y recobró de todo mal. Rocío bebía como los personajes de las películas de aventuras que encuentran, tras atravesar el desierto, el oasis salvador. Reímos un rato, nos refrescamos y mandamos a paseo cualquier especulación sobre la potabilidad de aquellas aguas. Sabíamos que más pronto o más tarde completaríamos el camino y que lo más duro había pasado ya. Estaba hecho.

Llegamos al restaurante una hora más tarde de lo previsto. Antes nos habíamos quitado las botas y refrescado los pies junto al coche. La comida transcurrió alegre y pausadamente, regada con cerveza y acuarius, que nos revitalizó junto con la carne que devoramos. En definitiva una jornada a recordar y que contar nuestros nietos. Pues no fue para menos la subida y bajada de La Maliciosa de aquel 18 de agosto de 2007.

2007-08-14

Nota; Diario.

He leído “Ampliación del campo de batalla”, de Michell Houellebecq. Es una novela, si es que se la puede llamar así, terrible, angustiosa y lúcida. Me gustó mucho más “Las partículas elementales”, que me parece toda una obra maestra de la literatura contemporánea, aunque ésta es más íntima y puede que incluso más conmovedora. Aún así, el final de Las Partículas, al resolverse como ciencia-ficción, resulta una verdadera profecía de lo que ya tenemos aquí y ahora. Curioso.

Mientras leía la novela de Houellebecq no dejaba de pensar en otros libros y otros autores que, sin ser tan luminosos en su descripción del mundo actual hipermoderno, me parece tienen un desarrollo parecido: Bukowski, José Ángel Mañas... Son historias hechas de escenas más o menos inconexas, sin apenas hilo argumental, más que el que se deriva del propio desarrollo narrativo. Parece que estuvieran desestructuradas, casi como los propios narradores, seres enfermos y hastiados del mundo. He pensado en regalarle un ejemplar a un amigo. Su hermana está en un centro de reposo y desintoxicación. La han alejado de la familia, incapaz de lidiar con ella, y entre terapias y planes de reinserción psicosocial intentan reconstruir su persona, hacer que “se reencuentre con su yo-mismo”, “proporcionarle estrategias para establecer y mantener relaciones sociales”. El autor de la Ampliación es más sincero en su descripción de esos pobres desgraciados y de sus males que todos los psicólogos y psiquiatras que los tratan. Hay quien al leerlo verá destellos de una experiencia pasada que amenaza siempre con volver, a cada vuelta del camino, amenazante en la penumbra.

El Mundo Que Nos Hemos Dado, Otro Mundo Es Posible... Que ironía. No, no es posible. Siempre seguirá siendo este mundo. Ampliado el campo de batalla no hay posibilidad de encontrar tierras sin lucha, remansos de paz. Incluso en los lugares en los que las comunidades parecen rehacerse se sucumbe a la lógica del mercado. Somos seres egoístas, consentidos, consumidores de banalidades y angustiados por la perdida de la juventud, por la amenaza de la muerte. Siempre con miedo, adolescentes eternos, siempre atenazados por la inseguridad del futuro. Tal vez sea esa la clave. La conciencia de que todo puede, mañana, desmoronarse. Nuestro pequeño universo de placeres y seguridades económico-tecnológicas extinto, la amenaza de una enfermedad, de la próxima crisis, del siguiente proyecto laboral. Angustia.

Ayer, una arquitecta era entrevistada en la TV a propósito del temblor que hubo en el centro de la península hace unos días (notición que te cagas del verano). Decía que un temblor de esas características puede llegar a “amenazar el bienestar de los que habitan las casas”. Todo un análisis técnico y muy profesional. Es extraño que no mencionase la calidad de vida. En el mismo telediario se informa del "tunning", sus adeptos y de las posibilidades de modificaciones en los coches que no sean acordes con la Ley de Seguridad Vial. A las preguntas convenientemente silenciadas de los periodistas los protagonistas de la noticia, los "tuneros", responden: "algunos piensan que es una tonteria... piensan que es un juego, que estamos jugando... No, es que nos gusta". Pues si les gusta, ¿qué mal pueden hacer? Les gusta y por eso lo hacen. Así de simple, así de rotundo. Les da gusto, ¿por qué habría de molestar a alguien? Es su vida, es lo que sienten. Todo muy psicológico y dentro de la lógica del mercado pletórico. Ellos han hecho su elección, libre y, por tanto, respetable, ¿no venga usted ahora incordiando, hombre?

Hace unas semanas vi de nuevo “Arthur, el soltero de oro”. Un florista le pregunta al multimillonario Arthur: “¿Qué se siente al tener tanto dinero?”. Él contesta con sincera confianza: “Seguridad”. El florista ve como se aleja el crápula millonario y reflexiona en voz alta: “Qué pregunta más estúpida”.

2007-08-06

Hoy... huevos revueltos.


Lo que conocemos estéticamente como fusión no es sino la mezcla basada en los contenidos de “otras culturas”, “otros mundos” o de “el otro” con el fin de acercarnos momentánea y espectacularmente a “lo mejor de esos lugares y gentes”. La fusión es esencialmente tramposa, o sea no es sincera, y utiliza para lograr sus objetivos de cualesquiera recursos o efectos técnicos especiales para confundirnos y sumergirnos en su atmósfera oscura.

Venimos entendiendo por fusión la puesta en escena de ciertas producciones, que pueden ir desde las culinarias hasta las artes visuales, las musicales o incluso aquellas difícilmente encasillables en alguna categoría artístico-cultural, cuyo objetivo es presentar al espectador un objeto conformado por la unión de diversos materiales esencialmente desconectados los unos de los otros pero que tras la fusión operada por los autores ésta se vuelve sorprendentemente posible y curiosamente espectacular. De algún modo el nuevo objeto fusionado se nos muestra como un producto acabado que parece preguntarnos cómo es posible que nunca hubiéramos considerado que el pescado crudo y el guacamole jamás debieron estar separados o por qué el flamenco y la música de cámara nos parecían tan distantes.

Evidentemente detrás de las producciones artístico-culturales que denominamos fusión está la larga mano de la hipermodernidad, pero sobre todo la idea de la Aldea Global y de que en ella todo vale para garantizar al público un entretenimiento rápido y de una contundencia escénica lo suficientemente rotunda como para captar su atención el tiempo suficiente, normalmente escaso, de entre las variadísimas ofertas culturales que el mercado pletórico ofrece. La fusión es principalmente espectáculo, competición entre los representantes de una oferta global de bienes identitarios culturales que deben además renovar constante y aceleradamente sus productos.

La fusión es tramposa, entre otras cosas, porque puede aprovecharse del bajo nivel del público asistente a sus representaciones. A un público dispuesto a tragarse todo aquello que se le ofrezca con tal de que sea nuevo, entretenido y convenientemente presentado resulta fácil darle gato por liebre. Así, por ejemplo, no es necesario que el público sea entendido en gastronomía tailandesa o española para que pueda degustar una original creación gastronómica, fusión de ambas culturas, que mezcle, pongamos por caso, esos rollitos fritos rellenos de jamón serrano sazonados al curry tan sugerentes y divertidos. Más bien es necesario lo contrario, que el paladar de los comensales esté tan degradado o, también podríamos decir, abierto a la novedad y dispuesto a todo que apruebe con agradado y admiración la novísima creación. Esos productos no suelen durar mucho en el mercado y son excepcionales las combinaciones que han llegado a convertirse en clásicos, sin perjuicio de que ella mismas puedan reconvertirse una y otra vez bajo el mismo techo.

El revoltijo acaba siendo, con mayor o menor fortuna, la clave de la fusión. Toda vale dentro del todo revuelto, cuyo objetivo es el mero entretenimiento fugaz, ajeno a cualquier trascendencia o a la propia fidelidad que toda obra de arte se debe a sí misma.