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Ayer nos sorprendió el publireportaje que emitió TeleMadrid en su noticiario de la tarde-noche. El documento en cuestión trataba sobre la supuesta falta de imaginación al realizar el acto sexual, lo poco que rendimos los españoles en la cama, entendiendo que el reportaje no aludía a las españolas, y sobre la desmitificación del llamado por los anglosajones “Latin Lover”. Al tiempo que se daban cuantiosos datos estadísticos y se acudía a justificar el mencionado declive de la potencia sexual del macho ibérico debido a cuestiones de horario y estrés, mediante entrevistas a los viandantes se iban proponiendo técnicas para reactivar la imaginación de los amantes, como la utilización de “juguetes”, lubricantes, disfraces o exploración de nuevas posturas. A este respecto, los españoles utilizamos cuatro posturas básicas mientras que el resto de europeos llega a las cinco. Por tanto, nuevo déficit democrático en España.
Lo que nos sorprendió no fue tanto el hecho de que la noticia se refiriese a la flojera sexual del español medio, sino la promoción directa y sin complejos de los llamados juguetes, entendemos que sexuales, para la reactivación de la imaginación, cogollo de todo el problema sexual comparado. Otras veces se han hecho reportajes similares. Lo normal, de hecho, es que este tipo de informaciones aparezcan unas cinco o seis veces al año como noticia de máxima actualidad, acompañando el informe de turno sobre prácticas sexuales en la Unión Europea o en el mundo, sus frecuencias, ritmos, posturas, dimes y diretes. Nos hemos acostumbrado a que se hable sin vergüenza de la sexualidad humana... de follar, vamos, y es normal que haya algún programa en antena que trate monográficamente del tema. Sin embargo, es la primera vez que tenemos constancia de la promoción de vibradores y otros artilugios sexuales en un telediario. Las tiendas del ramo, últimamente en época de vacas flacas debido a la distribución de porno por internet, agradecerán sin duda la noticia. Nos preguntamos también si en los colegios se hará convenientemente la promoción, si irán vendedores especializados en estos materiales a darles charlas a los niños sobre su uso o, por el contrario, convendrán en que cualquier lección magistral en ese sentido restringiría su capacidad para una sexualidad imaginativa.
Dando vueltas a la cuestión no hacen más que surgirme dudas: ¿no son también pocas 5 posturas básicas en comparación con las centenares del Kamasutra?, ¿Serán los orientales, obviando su micropene, los nuevos “Latin Lover”?, ¿si me visto de lagarterano antes de encamarme con mi amante soy más imaginativo sexualmente que el que se disfraza de colegial?, ¿la utilización de hortalizas está “in” o está “out”?.. Y más.
En fin, en todosconalas la redacción se devana los sesos pensando en todas estas cosas a mayor gloria de un mercado aún no lo suficientemente explotado que impone el habitual consumo acelerado de productos y personas. Mientras, 900 ayuntamientos siguen sin colocar la bandera nacional en donde corresponde.