2007-10-01

La bandera de nuestros héroes


He leído los correos que han entrado este fin de semana en mi buzón electrónico. Los más interesantes, sin duda, no han sido los habituales y abundantes anuncios de Viagra, sino los de dos compañeros de facultad en nueva e interesante polémica. El uno daba sentido a la lucha que nuestros soldados mantienen en Afganistán a propósito de una conversación que tuvo con un funcionario del cuerpo de profesores de secundaria; el otro, entre la desesperación, propia del revolucionario, y la inacción indolente (apátheia), apelaba a una canción punk para fundamentar su pacifismo (“En la guerra moriréis por su dinero; en la guerra moriréis por su interés”).

Nuestro recio gallego rendía honor y gloria a los héroes que luchan y mueren por causas que la mayoría no cree haya que defender, pues acaso piensan que se defienden solas. La democracia, la paz, los valores y principios de la civilización occidental, universalizados, se impondrán por su propia sustancia, dicen, sin tener que avergonzar a los ciudadanos occidentales con la imposición del capitalismo asesino, las guerras de Bush y la muerte de inocentes. Dicen, a salvo de la barbarie, tras el limes protector, que “no hay que imponer sino convencer”. Es la vieja idea de un mañana mejor que se irá imponiendo poco a poco, por sí mismo o por el simple impulso de nuestros espíritus, hasta alcanzar la sociedad perfecta.


Tal vez el otro polemista tenga razón. Sería bueno una imposición, para otros convencimiento, sin lucha, sin derramamiento de sangre, sin sacar la espada de su vaina, y así se cumpliría a la perfección la idea de Clausewitz. Pero la realidad (política) es más compleja, más dura y dramática; no todos se pliegan con facilidad, la mayoría de las veces resisten al invasor. La guerra continúa la lógica política. También allí, en Afganistán, se lucha por los derechos de los ciudadanos españoles, amenazados por el tsunami relativista, por el multiculturalismo tolerante y débil, por las políticas contemporizadoras con el enemigo.

Claro que hablar así estos días resulta cuanto menos extraño. Hablar de divisiones y tanques es chocante. Es más cómodo, más propio de una sociedad en bienestar alimentar sueños de paz perpetua y de alianzas de todos los pueblos y gentes de la tierra. Imaginar un mundo. Razonar contra los ejercitos, contra los políticos indignos que se mueven por oscuros intereses económicos, por el petroleo. Malidecir de los soldados, pobres bobos que mueren o quedan mutilados, engañados por los mandos y dirigentes.


Mientras, ellos, nuestros héroes, mantienen a raya la barbarie, contienen a nuestros enemigos jurados. Mínimo es que les rindamos el debido respeto y honor. Por eso, nosotros, los miembros de todosconalas y unos pocos valientes, colgaremos durante el 12 de ocutubre la bandera nacional del balcón de nuestras casas. Animamos a que todos vosotros, amigos, lectores, hagáis lo propio en las vuestras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El PP nos ha copiado la idea de reivindicar la bandera en tan señalada fecha y en celebrar el día como se debe celebrar una fiesta nacional con proyección universal. Nosotros nos alegramos, aunque nos parece una pena que ahora piensen que en vez de fascistas somos simples peperos... una pena, vamos.

Anónimo dijo...

Pues sí, confundir las cosas siempre es una verdadera lástima. No dejo de pensar que el pacifismo comunista en la Europa libre
servía a una estrategia soviética encaminada a dañar a la OTÁN. Y que para los progres, fascista es una clase lógica: no-progre.

Eché mucho en falta vuestra compañía el día de la Hispanidad.

Anónimo dijo...

Garvielillo!!!
Ke güeno ke volviite.