2007-08-14

Nota; Diario.

He leído “Ampliación del campo de batalla”, de Michell Houellebecq. Es una novela, si es que se la puede llamar así, terrible, angustiosa y lúcida. Me gustó mucho más “Las partículas elementales”, que me parece toda una obra maestra de la literatura contemporánea, aunque ésta es más íntima y puede que incluso más conmovedora. Aún así, el final de Las Partículas, al resolverse como ciencia-ficción, resulta una verdadera profecía de lo que ya tenemos aquí y ahora. Curioso.

Mientras leía la novela de Houellebecq no dejaba de pensar en otros libros y otros autores que, sin ser tan luminosos en su descripción del mundo actual hipermoderno, me parece tienen un desarrollo parecido: Bukowski, José Ángel Mañas... Son historias hechas de escenas más o menos inconexas, sin apenas hilo argumental, más que el que se deriva del propio desarrollo narrativo. Parece que estuvieran desestructuradas, casi como los propios narradores, seres enfermos y hastiados del mundo. He pensado en regalarle un ejemplar a un amigo. Su hermana está en un centro de reposo y desintoxicación. La han alejado de la familia, incapaz de lidiar con ella, y entre terapias y planes de reinserción psicosocial intentan reconstruir su persona, hacer que “se reencuentre con su yo-mismo”, “proporcionarle estrategias para establecer y mantener relaciones sociales”. El autor de la Ampliación es más sincero en su descripción de esos pobres desgraciados y de sus males que todos los psicólogos y psiquiatras que los tratan. Hay quien al leerlo verá destellos de una experiencia pasada que amenaza siempre con volver, a cada vuelta del camino, amenazante en la penumbra.

El Mundo Que Nos Hemos Dado, Otro Mundo Es Posible... Que ironía. No, no es posible. Siempre seguirá siendo este mundo. Ampliado el campo de batalla no hay posibilidad de encontrar tierras sin lucha, remansos de paz. Incluso en los lugares en los que las comunidades parecen rehacerse se sucumbe a la lógica del mercado. Somos seres egoístas, consentidos, consumidores de banalidades y angustiados por la perdida de la juventud, por la amenaza de la muerte. Siempre con miedo, adolescentes eternos, siempre atenazados por la inseguridad del futuro. Tal vez sea esa la clave. La conciencia de que todo puede, mañana, desmoronarse. Nuestro pequeño universo de placeres y seguridades económico-tecnológicas extinto, la amenaza de una enfermedad, de la próxima crisis, del siguiente proyecto laboral. Angustia.

Ayer, una arquitecta era entrevistada en la TV a propósito del temblor que hubo en el centro de la península hace unos días (notición que te cagas del verano). Decía que un temblor de esas características puede llegar a “amenazar el bienestar de los que habitan las casas”. Todo un análisis técnico y muy profesional. Es extraño que no mencionase la calidad de vida. En el mismo telediario se informa del "tunning", sus adeptos y de las posibilidades de modificaciones en los coches que no sean acordes con la Ley de Seguridad Vial. A las preguntas convenientemente silenciadas de los periodistas los protagonistas de la noticia, los "tuneros", responden: "algunos piensan que es una tonteria... piensan que es un juego, que estamos jugando... No, es que nos gusta". Pues si les gusta, ¿qué mal pueden hacer? Les gusta y por eso lo hacen. Así de simple, así de rotundo. Les da gusto, ¿por qué habría de molestar a alguien? Es su vida, es lo que sienten. Todo muy psicológico y dentro de la lógica del mercado pletórico. Ellos han hecho su elección, libre y, por tanto, respetable, ¿no venga usted ahora incordiando, hombre?

Hace unas semanas vi de nuevo “Arthur, el soltero de oro”. Un florista le pregunta al multimillonario Arthur: “¿Qué se siente al tener tanto dinero?”. Él contesta con sincera confianza: “Seguridad”. El florista ve como se aleja el crápula millonario y reflexiona en voz alta: “Qué pregunta más estúpida”.

3 comentarios:

Tetra Brik dijo...

Cita del libro al canto:
"[...] Algunos, entre los más jóvenes, llevan cazadoras con motivos del rock duro más salvje; se pueden leer frases como Kill them all! o Fuck and destroy!; pero todos comunican la certeza de estar pasando una tarde agradable, dedicada esencialmente a consumir y por tanto, a contribuir a la reafirmación de su ser" (op.cit., pág.80)

Anónimo dijo...

Creo que deber�a Vd. aumentar temporalmente su raci�n de soma.

Anónimo dijo...

Entiendo lo que dices. Podr�as a�adir el Club de la Ducha entre tus fuentes. Pero ya me estoy cansando de H. Vale que vivimos en una sociedad decadente. Pero no es la primera vez que ocurre. Los �ltimos tiempos del Imperio fueron muy semejantes a �stos (perdona que no desarrolle las semejanzas). Pero la soluci�n sigue siendo la misma que entonces. O, como dice nuestro buen amigo, hay que leer vidas de santos y fundar una familia (Tolkien, por boca de Gandalf, dir�a que nada ha cambiado a nivel moral, que el bien sigue siendo el bien e idem para el mal). Por otro lado, hay que recordar nuestra tradici�n fascista, seguir luchando por la conquista del Estado, y reirnos de nuestras desgracias. Am�n.