2007-07-04

Debate de sordos.


Ayer seguí el Debate Sobre el Estado de la Nación a través de la ventanita que se abre, abajo a la derecha, para los sordomudos. Ni que decir tiene que no me enteré de nada. Sin embargo, ambos discursos, el del presidente del gobierno y el del líder de la oposición, me parecieron muy bien estructurados aunque carentes de contenido. El movimiento de las manos incansablemente frenético de la señora que traducía a signos para sordos, su gesticulación y movimientos epiléptico-sensuales me tuvieron absorto durante unas cuatro horas, hasta que decidí, harto de perder el tiempo, apagar la tele, cerrar internet e irme a tomar unas cañas, mecanismo de la Nación en estos Estados.

Ayer se confirmaron los escenarios habituales ante este ya clásico acontecimiento del Debate Sobre el Estado de la Nación. Discurso triunfalista, dicen, del presidente, que estaría bueno que se criticase a sí mismo, salvo para decir que hay que seguir trabajando más y mejor; Discurso crítico y sin concesiones del líder de la oposición, faltaría plus. Discursos entre dialogantes y blanditos de los grupos que apoyan al gobierno, con sus correspondientes respuestas de nuestro presidente igual de dialogantes y suaves. En definitiva: el Debate no sirvió para nada, más que para la habitual puesta en escena de las consabidas posiciones iniciales, inmodificadas al final de la representación. Nada se debatió. Ninguno de los actores principales, fue capaz de cuestionar alguno de sus propios planteamientos o de admitir alguna crítica. Mayor es el despilfarro de energías y de tiempo a que estos debates nos conducen si nos situamos en la perspectiva del gobierno, ¿cómo admitir algún error o alguna propuesta o crítica de la oposición? Ese sería mi fin como gobierno. ¿Admitir que me equivoco? ¡Jamás! Yo a lo mío, que es decir que todo va muy bien y hacer caso omiso de cualquier cosa fea que se me diga.


Fuera del hemiciclo, en el Estado de Opinión, estos debates se sienten como si de una final deportiva se tratase o como si estuviera a punto de estrenarse el último fenómeno cinematográfico. Gran despliegue de medios, recopilación de anécdotas, cortes radiotelevisivos de las mejores jugadas, frases para la historia, conexiones en directo con expertos en la materia. Ellos se lo pasan pipa y al día siguiente queda por decidir quién ha ganado. Es, sin lugar a dudas, lo mejor. Hoy mientras me traían al trabajo mi chófer me ha preguntado, ¿quién cree usted que ha ganado el debate? El movimiento firme y rápido de mis manos se lo ha aclarado en un instante. Me ha contestado a través del espejo retrovisor afirmando con la cabeza y apostillando con un: “yo pienso exactamente igual”.

1 comentario:

Tetra Brik dijo...

Cada vez nos acercamos más al absurdo en nuestros escritos, ¿no te parece?