2007-07-31

Comentando unos artículos.

El periódico El Mundo ha publicado en los últimos días en su sección de opinión Tribuna Libre dos importantes artículos de dos no menos importantes filósofos, Bernard-Henri Lévy y Gianni Vattimo. El primero tiene como eje fundamental de su análisis al político francés y actual presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, al que retrata como un hombre ideológicamente oportunista, amable en el trato y cínico en el fondo, con una visión de La Francia incapaz de autocrítica histórica. En realidad está pintando a la derecha tradicional que siempre amó a la nación con razón o sin ella, como se ama y defiende a una madre, pero también y sobre todo a la nueva derecha que parece despuntar por los horizontes de las distintas regiones de Europa, más flexible a las nuevas corrientes de opinión débil que recorren el continente a lomos de ecologismo y buenos deseos universales. Sarkozy parece el representante de una nueva oportunidad histórica para la derecha de ganarse a las masas europeas ante unas izquierdas que no acaban de encontrar un discurso coherente y sólido al que aferrarse. Tal vez porque no lo tengan ya, en los tiempos que llevan corriendo desde la caída del muro de Berlín, o porque el que tienen puede ser perfectamente asumido por la nueva derecha centrista laica y posmoderna que Sarkozy, y otros líderes europeos, pudieran representar. La visión de unas masas europeas asumiendo un discurso “de izquierdas de toda la vida” protagonizado por lideres del PP europeo, gestionando más o menos eficazmente - políticas liberales arriba, políticas liberales abajo - las naciones de Europa es algo que las izquierdas del continente no pueden ni siquiera permitirse imaginar. Supondría su desaparición y el fin de los proyectos progresistas y revolucionarios que llevan amparando desde hace décadas amplias camarillas intelectuales, sobre todo en Francia. El fin del control ideológico del continente por parte de las izquierdas, indefinidas, débiles o duras, que alimenta las cabezas ilustradas del resto del mundo.

La idea de perder el control ideológico del continente y como consecuencia el del resto del mundo, en especial de Hispanoamérica, es más desesperada para el otro filósofo-articulista, Vattimo (cuyo artículo traduce la catedrática de filosofía Teresa Oñate), que señala a Sarkozy como el hombre capaz de crear una réplica de los Estados Unidos en Europa, en los que la izquierda es en la práctica inoperante. Vattimo es consciente de que las izquierdas reales, las que ejercen en los gobiernos de los estados europeos o en el seno de la propia Unión, acaban llevando acabo políticas económicas y sociales que no se distancian mucho de las de derechas. Por ello elogia algunas decisiones tomadas por Zapatero, aunque sin dejarse engatusar por la apariencia izquierdista de las mismas, considerándolas “más simbólicas que efectivas”. Pero también señala que son precisamente esas decisiones simbólicas, es decir la mera propaganda, las que “contribuirían sobre manera a hacer sobrevivir a la izquierda. De no hacerlo así, por el contrario, el desapego o la desafección del electorado no hará sino dejar espacio a la derecha”. Zapatero ha dejado de ser un tonto y se ha convertido en el líder indiscutible de un movimiento de izquierdas europeo ajustado a los nuevos tiempos, moviéndose en la apariencia ideológica que le permite mantenerse en el poder gracias al afecto de un electorado comprometido con una ideología a la que la historia parece haber dado la espalda y que sin embargo puede aún hacerse con el control de los gobiernos de la vieja Europa. Por otro lado, como ha venido siendo habitual desde hace décadas, entiende que el único punto real en el que puede apoyarse la idea de izquierda política es en su oposición a los EE.UU., aparte de su adhesión al integrismo islámico, que el escritor italiano particularmente rechaza.

Así pues, las izquierdas, por muy indefinidas o ñoñas que puedan parecernos, no están derrotadas ni mucho menos. Se verán empujadas a presentar una dura batalla por el pensamiento y por los símbolos que mueven a las masas de votantes a aupar a sus líderes a los gobiernos de las naciones, pues en ello les va la vida y el control intelectual que durante años han ejercido en las universidades y otras áreas de poder. Ejemplos, por docenas, encontramos ya en España de la siniestra operación de conquista ideológica que están llevando a cabo los mismos lobos con piel de cordero de siempre.

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