2007-07-13

El carterista existencial.





Hace unas semanas vimos “Pickpocket” del director Robert Bresson, película francesa del año 1959 que nos dejó un amargo sabor de boca, cargado de ese regusto existencialista que impregna toda la narración.


La película cuenta en primera persona las andanzas de un brillante e inteligente joven que pretende dar sentido a su existencia mediante el “oficio” de carterista. El joven tiene que aprender el oficio por sí mismo, que considera un arte, leyendo en libros o fijándose en como otros colegas del gremio actúan en el suburbano parisino, mientras desprecia las vidas anodinas de los que le rodean. Con gran meticulosidad se entrena en su pequeño cuchitril en una modestísima pensión, mientras anota en un pequeño diario sus andanzas y averiguaciones sobre el arte de robar carteras. Es ésta una de las claves de la película, ya que aparentemente el motivo que le lleva a aprender a delinquir es precisamente el escribir un libro que deje constancia de su existencia. Parece no querer otra cosa que la inmortalidad, aunque sea literaria. Consciente de la posibilidad de perdurar en la memoria de los hombres se alude constantemente a la literatura y a otros hombres que también dejaron constancia escrita de sus andanzas delictivas.

A lo largo de la película van apareciendo otros personajes que de un modo u otro le van dando la réplica a sus perversas pretensiones o entendiéndole casi como a un alma gemela. Así, su vida va pasando, mientras se va convirtiendo en un virtuoso del carterismo. Pero también los personajes nos sirven para entenderle a él. La madre enferma, a punto de morir, a la que se niega visitar pero a la que sin embargo dice adorar, la joven muchacha que cuida a su madre, el amigo con el que sale a beber o el inspector de policía nos van mostrando una persona incomprendida, angustiada y aislada en su propio universo cerrado e inaccesible. Es en esas conversaciones en donde se nos muestra la vena existencialista de la peli. La idea de incomunicación es, nos parece, el objetivo último de la película. La imposibilidad de la comunicación auténtica de dos existencias humanas; el hombre arrojado a la nada existencial, al infierno de la mirada escrutadora y cosificadora de los otros, condenada, por otro lado, a no penetrar jamás en la personalidad esencial, autentica de los individuos.

La visión existencialista de la vida rompe la comunidad, siembra desconfianza y aniquila la comunicación entre las personas. Es paradigmática la escena final donde los amantes, Michel (Martin La Salle) y Jeanne (Marika Green), separados por los barrotes de una celda pretenden una unión imposible.




A pesar de ser una película que ha cosechado siempre bastante buenas críticas, y nos parece que merecidamente, nos resulta insoportable el sentido de la vida que propone, amargo y árido al disfrute de los bienes indudables de la existencia humana comunitaria y personal.

5 comentarios:

Xacinto dijo...

Nos ha gustado mucho 'Surcos', por cierto...
¿Te has dado cuenta que en la redacción de los diálogos participó Torrente Ballester?

Ferrol, Ferrol...

Anónimo dijo...

"TIEMPOS NUEVOS, TIEMPOS SALVAJES"

Tiempos nuevos, tiempos salvajes
toma una arma, eso te salvará
levántate y lucha
esta es tu pelea
levántate y lucha,
no voy a luchar por ti.

Tiempos nuevos, tiempos salvajes
toma tu parte, nadie regala nada
no hay nada sin lucha,
ni aire que respirar
no eres un juguete,
levántate y lucha ya
tiempos nuevos, tiempos salvajes
toma un arma, eso te ayudara
levántate y lucha,
esta es tu pelea
levántate y lucha,
no voy a luchar por ti.

Gabriel María dijo...

Estamos de un hobbit últimamente...

Anónimo dijo...

Menudos semos...

Anónimo dijo...

X, no tenía ni idea. Me alegra mucho que os gustase... ya verás BALARRASA.